Al mediocre le encanta su "zona de comodidad"
y se niega a salir de ella.
Al genio la comodidad le incomoda.

Al mediocre le aterra el cambio
El genio adora el cambio y lo persigue.

El mediocre vive por y para el "qué dirán"
pues le teme al ridículo.
El genio atesora el ridículo
como su más preciada recompensa.

El mediocre le huye a lo desconocido.
El genio es demasiado curioso para escapar;
se arma de valor y se enfrenta a lo incognoscible.

Allí donde el mediocre se rinde
el genio persevera y atenaza y a veces...
hasta consigue una conquista.

El mediocre lo sabe todo y no entiende nada.
El genio no sabe nada y procura entenderlo todo.

Soy mediocre...lo sé
pero ya encontré la receta...
También yo seré genio
algún día...
en otra encarnación, tal vez
o; ¿por qué no?, en esta misma ...
quizás.