La lengua de los pájaros
golpea esta ventana
espejo de otros mundos
de tiempos irreales
que se enredaron en el alma.

La lluvia de esta tarde
cierra el paso melancólico
de unos versos
que tienen rostros de hijos,
de montañas en mis manos
para bailar con ellos
esta música con forma de hojas
y cortezas de mariposa.

La flor que aparece en los rincones
de esta casa
ilumina los techos
y se trepa juguetona
por las patas de mi gato silencioso
que atrapa las sombras distraído
en medio de los ecos.

La sopa de mi mesa
eleva una plegaria
para que mi madre no se vaya
para que encienda el fuego
ese de la infancia
cuando tejía recuerdos
que heredé de la tierra.

Hay miles de acequias
por las calles de otro tiempo
que inscribieron mis huellas
y un sello indeleble
que no entiendo a ratos
y viene entonces el organillero
con un rostro indefinido
venido de algún cielo
para dejar en mis manos
una violeta de Persia,
un colibrí pequeñito
que me mira con ojos tiernos.

La lengua de los pájaros
se parece a mi cielo
y canto despacito
para no espantar tanto recuerdo.

FATAMORGANA
Patricia Lara Arriagada