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■ Pașadine în vers alb (73)
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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2006-07-26 | [Acest text ar trebui citit în espanol] | En el monte hundió la savia que procreó la excelsa raza arrojando a los rebeldes al lugar tenebroso de la profecía maldita, que se apartaba de la tierra tanto como esta de su morada. Y al contemplar la madre la barbarie incruenta, desató del silencio a los de cien manos de la prisión eterna que arrastra en un río incandescente a las almas condenadas para que excitados por la locura rediman de la fosca anatomía. Y los profetas de un solo ojo, que con el más joven de guía arrancaron con un pedernal la impudicia del villano que mutilado perdió la casta de los reyes como el río candente que devora a los condenados. De su sangre se esparcieron por los mares tres ninfas terribles que juraron castigar el parricidio y la traición del monarca destronado, víctima de la sagrada hoz. Y en el frenético laberinto de montañas exaltadas resurgió el canto de la madre para magnificar a los hijos que destronaron al cruel verdugo tomando de su cuerpo el instrumento que por mil generaciones lo convertirían en el Dios que no engendraría vida alguna para cubrir a la tierra con áridas lágrimas. Cubriéndose con la armadura de cuatro metales fundida, y cruzar las edades que de los cien brotaron y arrojar a sus vástagos a la cruel fosa abierta de la tempestad eterna que se fracturó en la melodía atrapada en los cántaros de tristeza de su progenitora y dejar tatuada para los fríos ojos que Caronte recibió como señal para cruzar el río maldito. Sus restos sangrantes fueron reducidos a las aguas de la cual brotaron la belleza y la armonía que volvió a encender en los holocaustos el deseo y placer que hasta ese momento era lujuria y sed del cetro, que ahora levantaba el primogénito que destruiría nuevamente a sus hijos porque en los libros del destino se escribió su muerte en manos del que invoca el rayo para reinar entre los venerados Olímpicos.
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