Cuando la verdad se tornó efímera,
como el fulgor de tus ojos en la penumbra
de aquel ocaso que nos aconteció,
y tu rostro fue perdiendo poco a poco
ese brillo casual que lo hizo menos relativo
que el propio universo;
pensé entonces en la conjunción de nuestros ojos.
¿Acaso estos sutiles espejos nos pudieron inventar?
¿Mentiras creadas o añoradas en nuestras mentes sedientas de amor?

Esa noche turbulenta y acuosa,
las ensoñaciones me envolvieron súbitamente.
Repare en que las mentiras té habían envuelto y raptado,
malévolas y frías criaturas pensé;
tu tan lejos y yo sin saber por qué.

Luego de recorrer los laberintos tortuosos del
castillo que alguna vez habitamos;
en el torreón principal te hallé,
pude percibir el desliz de las gotas que mojaban
tu blancura y se perdían entre tus labios carmesí.
¡Amor¡ qué haces tan sola, te susurré
es hora de irnos o acaso esperas por
algo o por alguien aquí.
Entonces ella perdió la mirada y me dijo adiós;
solo es un fantasma el que habita en ti.

Ahora sé que las vidas que vivimos
juntos fueron infinitas,
lo paradójico es que su infinidad nos perdió
en un laberinto creado por los mortales y llamado
tiempo...