Por Ernesto R. del Valle

1
Viene y te embiste
la noche. te ha encontrado
muy sola y triste.

2
Todo, amor mío,
en su justa pupila,
luz de rocío.

3
Mi verso es senda
y la savia nutricia
de tu leyenda.

4
sutil destello
la esencia de tu alma
nada más bello.

5
Bruma serena
la luna de tu cuerpo
se me hace plena

6
Vuela, paloma blanca,
que el nácar de su cuerpo
pasión arranca

7
En tus pezones
hace nido la angustia
de mis razones.

8
Rayo de sol,
no importunes lo bello
con tu arrebol.

9
Es una chispa
el vuelo del zun-zun.
El jardín arde.

10
Huye el venado;
la vereda escapando
entre sus patas.

11
Es la alborada.
Allá en el horizonte
cofre de joyas.

12
Duerme el espejo
su letargo de azogue.
Yo lo despierto.

13
Tú y el rocío,
que más para un jardín
cuando amanece?

14
Ave y Serpiente,
La Ley de los contrarios
en movimiento.

15
no son los años;
quien me cambia el rostro
es el espejo.

16
Luna atrevida
se ha llevado a su paso
mi breve tiempo.

17
Es con mis besos
que dibujo tu cuerpo.
Te salen alas.

18
Como un teorema
mi penúltimo beso
yace en tu pubis.

19
En luz de agua
y líquida memoria
yace el rocío.

20
sólo tu voz
y toda la galaxia
quedó en silencio.